Frases

"La igualdad tal vez sea un derecho, pero no hay poder humano capaz de convertirla en hechos." Anónimo

"Arréglese al Estado como se conduce a la familia, con autoridad, competencia y buen ejemplo."Confucio (551-479 a. C.), filósofo chino

miércoles, 10 de noviembre de 2010

En Colombia, las mujeres crean más empresas por necesidad que los hombres


Es una de las conclusiones de un estudio realizado en 41 países, incluidas naciones latinoamericanas como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.

Se trata del 'The Global Entrepreneurship Monitor (GEM) 2007 Report on women and Entrepreneurship Released', que en Colombia hacen la Universidad de Los Andes, la Javeriana de Cali y la Universidad del Norte, en Barranquilla.

De acuerdo con Jorge Enrique Jiménez, profesor de la Universidad Javeriana y coordinador del estudio en el país, en nuestro caso particular, el nivel alto de creación de empresas es natural, pero mientras unas se crean por oportunidad, en otros casos son resultado de la necesidad.

"Son las mujeres las que crean más empresas por necesidad que los hombres. Mientras 49 por ciento lo hacen por esa razón, el porcentaje masculino solo alcanza el 36 por ciento", afirma el experto. En cuanto a la edad, la mayoría de empresarios está entre los 25 y los 44 años.

Con todo, en el país las mujeres se encuentran en desventaja en el campo laboral, porque el salario que reciben es menor y no cuentan con el apoyo suficiente para hacer empresa. "No tienen capital social no económico para poder crear negocios. Así que están en desventaja tanto en el campo laboral como en el empresarial", agrega Jiménez, magíster en gerencia.

El experto señala que no hay diferencias significativas entre hombres y mujeres en generación de empleo y de empresas. Sin embargo, las circunstancias de ellas son distintas. La creación de empresa es una opción para cumplir con su rol de madre y tener desarrollo profesional y personal.

La tendencia a crear empresa no es un asunto familiar en Colombia. "En el estudio, inclusive, se hace una pregunta para determinar cómo percibe la población colombiana sus capacidades para crear empresa. Y al ver en los antecedentes si contaban con familias emprendedoras, la conclusión fue que esta no es una condición determinante", dice Jiménez.

La encuesta se hizo a través del Centro Nacional de Consultoría. "Fueron 2.040 encuestas, de las 2.000 que se exigen como mínimo. No se aplicaron en mitad hombres y mitad mujeres, sino que abarcaron 1.100 mujeres", explica Jiménez y agrega que la presentación oficial en Colombia del 'Global Entrepreneurship Monitor Report on Women and Entrepreneurship Released' será en agosto.

Otras conclusiones generales del estudio

Los 41 países en donde se hizo el estudio representan más del 70 por ciento de la población mundial, y queda claro que aun cuando más mujeres ingresan al mercado laboral y la competencia entre géneros se ha equiparado con el paso del tiempo, es una realidad que a la hora de crear empresa ellas siguen en clara desventaja frente a los hombres: por cada una de ellas que es empresaria, hay dos hombres, señala el estudio.

Lo cierto es que, según Jiménez, el estudio reflejó la situación mundial en Colombia, especialmente en la encuesta del 2006, cuando la conclusión fue que 42 por ciento de los hombres eran dueños de una empresa naciente, frente a 24 por ciento de las mujeres.

Si bien es cierto que las mujeres, según el GEM, están en desventaja con respecto a los hombres, también lo es que en el 2007 -de acuerdo con el estudio- hubo una pequeña mejora frente a 2006 y la desigualdad es menor.

Lo claro es que sí hay países con un mayor nivel de actividad empresarial, como es el caso de Perú, Tailandia y Colombia. El problema es que esto se debe a que la gente tiene menos opciones de trabajo, "los países más desarrollados tienen un nivel de creación de empresas más bajo", dice Jiménez. "Y es que el GEM incluye solo 41 países del mundo, pero son pocas las naciones pobres que pueden hacer el estudio".

Hay países en los que las mujeres emprendedoras están en mejor situación, como el caso de Japón, donde todo cambia y, tal vez por su entorno cultural, son más empresarias, pues los hombres están más afianzados en el campo laboral. "Ellas salen poco a buscar empleo y prefieren no vincularse a ese mundo. Además, dan por sentado que no pueden salir a emplearse".

En Latinoamérica, prácticamente las cifras son similares: 14 por ciento para los hombres y 13 por ciento para las mujeres, desde que más han entrado al mercado laboral. Además, hoy ellas cuentan con programas que les dan apoyo específico a la hora de crear su propia empresa.

Pero ¿qué significa el emprendimiento? La actividad emprendedora es un fenómeno complejo que abarca una variedad de contextos. En el caso del GEM, se enfoca en el papel que desempeñan los individuos en el proceso emprendedor.

A diferencia de la mayor parte de las bases de datos subconjunto que miden empresas más nuevas y pequeñas, el GEM estudia el comportamiento de individuos con relación a la iniciación y gestión de negocios.

Ana María Gómez C. / Redacción de economía y negocios

La mitad de las mujeres trabajadoras en Latinoamérica son agricultoras


SAN JOSÉ. Cerca del 50% de las trabajadoras de Latinoamérica son agricultoras, siendo Bolivia el país con más y su vecino Chile el que menos tiene, afirmó hoy una consultora de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Marcela Ballara. "Chile es el país de América Latina donde menos mujeres trabajan en el campo, con menos de un 25%, mientras que Bolivia, con cerca de un 70%, es el que más", dijo Ballara a Efe al inicio del Foro sobre Mujeres Rurales que el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) celebra en San José.


En opinión de Ballara, experta en género y desarrollo, "el de América Latina es un porcentaje normal" ya que "en el mundo entero se dice que (las mujeres que trabajan en la agricultura) llegan a ser hasta el 80%, pero ya se habla de otras realidades como por ejemplo en Asia o en frica". "Muchas de las mujeres que trabajan en la agricultura hacen trabajos no remunerados, y sobre todo las mujeres más jóvenes para las que es como ayudar en la familia", resaltó. Por su parte, la ministra boliviana de Desarrollo Rural y Tierras, Nemesia Achacollo, indicó que "las mujeres bolivianas son las que realmente mantienen al mercado interno porque muchas se encuentran en territorio rural e indígena". "Todavía hay una gran diferencia entre hombres y mujeres en educación y en el campesinado, y más en las áreas rurales e indígenas", afirmó. En la región mesoamericana, añadió Ballara, "no podemos decir con exactitud la cifra porque no existen estudios, pero pensamos que Guatemala y México son los países en los que hay más agricultoras". No obstante, la experta de la FAO señaló a Costa Rica como el país centroamericano donde menos trabajadoras se dedican al cultivo de la tierra, "con cerca de un 40 o 45% de ellas". La ministra costarricense de Agricultura, Gloria Abraham, coincidió con la especialista y comentó que "no podemos dar un dato exacto porque existen cerca de 900.000 mujeres que viven en área rural y todavía no sabemos cuál es su oficio, y si trabajan en la tierra o no porque no existe un registro". Ballara, Achacollo y Abraham coincidieron en el Foro sobre Mujeres Rurales que se celebra hoy en Costa Rica, a cuya inauguración acudió la presidenta del país anfitrión, Laura Chinchilla. De entre las panelistas destacan la presencia de las tres únicas mujeres del continente al frente de un Ministerio del sector agrícola:

Achachollo, Abraham y su homóloga de Antigua y Barbuda, Joanne Massiah. (EFE)

Mujer trabajadora, desempleo y discriminación salarial


Dentro del capitalismo la mujer trabajadora siempre ha sido presa de una doble explotación: laboral, en primer lugar por las relaciones de producción entre el asalariado y el patrón, en las que el primero vende su fuerza de trabajo obteniendo una remuneración por debajo de la riqueza producida, y en segundo lugar la domestica por la labor no remunerada en el hogar. La vida de la mujer trabajadora en el capitalismo se limita a procurar su existencia para luego seguir laborando, y también en asegurar la producción y reproducción de la mano de obra del hombre, a veces de la familia completa.


La mujer trabajadora adopta entonces un carácter sumamente rentable para el capitalismo por lo que la condena y perpetua su estado de explotación y opresión. La emancipación de la mujer es inherente a la del hombre y la sociedad completa.


Rumbo a la vida laboral el primer reto con el que se encuentra la mujer es encontrar trabajo. Muchas mujeres están en desventaja debido a falta de estudio ya sea por pobreza, por cánones culturales o ambas; por ejemplo, en algunas regiones aun no es socialmente aceptado que las mujeres asistan a la escuela. Sin embargo, la mayor parte que no sale de casa a trabajar si lo hace en su casa pero este trabajo no es considerado como actividad económica. Algunos analistas creen que la suma del tiempo en que la mujer está fuera de labor por maternidad, también juega un papel para estar en desventaja frente a la experiencia y disponibilidad con la que cuenta un hombre, también es el caso de la movilidad, pues por lo general las mujeres tienen más ataduras que le impiden viajar o estar un largo periodo fuera del hogar.


Al final de cuentas las desventajas de la mujer en el ámbito laboral se reducen al rol que les impone la sociedad y que muchas veces no están en condición de elegir. Además de esta carga extra, la mujer, al igual que los hombres, se enfrenta a la competencia que el capitalismo impone como forma de selección, al ser incapaz de ofrecer trabajo para todos. A nivel mundial el número de desempleados en 2008 era de 193 millones, 112 millones eran hombres, y 81 millones eran mujeres; en 10 años de 1998 a 2008 el empleo de la mujer adulta con respecto a la población total aumento solo 1.2 puntos porcentuales, llegando al 40.4 por ciento de los 3,000 millones de empleados en todo el mundo. La mujer trabajadora sin lugar a dudas juega hoy un papel fundamental en la economía mundial. La mayor parte de las trabajadoras se localizan en la agricultura, seguida por los servicios y solo 18.3 por ciento en la industria, en comparación con el 26.6 por ciento de los hombres.


Es una necesidad como clase social que la mujer salga a laborar para la supervivencia, esta misma necesidad creada por el capitalismo la lleva a involucrarse con la vida laboral, y la relación con la producción le da fuerza para luchar como parte de la clase.


Debemos luchar en primer lugar por igualdad de condiciones en la contratación, igual salario a igual trabajo, también debemos exigir las prestaciones de maternidad y condiciones laborales adecuadas y seguras, todas estas demandas van de la mano con la de nuestros compañeros que también nos afectan. Las mujeres trabajadoras históricamente han jugado un papel muy importante en la lucha de clases, fundamentalmente por su doble o hasta triple jornada laboral, sin duda alguna la entrada cada vez mayor de mujeres al mundo laboral y la lucha por estas demandas junto con una mayor igualdad en la participación de las tareas del hogar, es el primer paso para la lucha por su emancipación del sistema capitalista, hombro a hombro con sus compañeros de clase.

El 33% de las mujeres colombianas cuentan con cobertura previsional


Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 33 por ciento de las mujeres colombianas que integran la población económicamente activa (PEA) cuenta con cobertura de la Seguridad Social. Si se examina el ranking regional que ordena los países según el porcentaje de mujeres cubiertas por el sistema de Seguridad Social, se observa que Colombia ocupa el noveno lugar, por debajo de Uruguay, Chile, Venezuela, Brasil y Argentina, entre otras naciones.

Una de las características de la economía latinoamericana ha sido históricamente la importancia de su sector informal, donde se concentran la precariedad laboral y el déficit de trabajo decente, rasgos que afectan especialmente al género femenino. Las fallas en el acceso a los beneficios y garantías de la seguridad social se reflejan en que solamente en tres de los 18 países en estudio el porcentaje de mujeres con cobertura supera el 50 por ciento, mientras que, en países como Perú y Bolivia la proporción apenas sobrepasa el 10 por ciento.

Los países que encabezan el ranking, Uruguay y Chile, cuentan con un porcentaje de cobertura femenina del 58 por ciento. Un escalón más abajo se ubica Costa Rica con el 53 por ciento, mientras que Panamá y Brasil aparecen en el cuarto y quinto lugar, con el 50 y el 46 por ciento, respectivamente.
De acuerdo al informe de la OIT, la falta de cobertura agudiza los problemas de pobreza e inequidad cuando trabajadores y trabajadoras alcanzan la edad de retiro y necesitan reemplazar los ingresos provenientes del trabajo por aquellos procedentes de la seguridad social. La mayor parte de las mujeres que tienen más de 65 años no cobra su haber jubilatorio, ya que se han dedicado a lo largo de su vida adulta a realizar tareas domésticas y familiares. En el caso de las mujeres activas laboralmente, en general, presentan trayectorias discontinuas y salarios inferiores a los hombres, lo cual repercute en el monto de su pensión.



Fuente: Rofman, Lucchetti, Ourens (2008)
(Publicado el 27 de julio de 2009)

Discriminacion de la mujer en el campo laboral


Si bien la legislación de las últimas décadas intenta morigerar la posición históricamente desfavorable de la mujer, la igualdad de sexos, en la mayoría de los casos, no trasciende el plano formal.
La pobreza y las políticas de ajuste impactan de manera directa en la participación de las mujeres en el mercado de trabajo. La crisis implica una creciente oferta de trabajadoras mujeres, de baja calificación y con poca experiencia laboral, que salen a buscar trabajo como recurso para compensar una situación familiar de carencia extrema. Como en otros países en desarrollo, las mujeres constituyen la mayoría de los pobres, fenómeno conocido como "feminización de la pobreza".
En nuestro país, las estadísticas oficiales (INDEC) brindan un panorama parcial, pero puede ser de utilidad incluir algunas cifras:
  •  Las mujeres constituyen el 51 .1% de la población total (17 millones sobre 33);
  •  A fines de los '80 y principios de los '90, aumentan los hogares con jefatura femenina en todo el país (aproa 32.1%), este aumento es general e involucra sectores pobres y no pobres, pero en el sector de pobres estructurales, ha aumentado un 44%;
  •  Los hogares con jefatura femenina en todo el país, se concentran en el Noroeste (42.8%) y en el noroeste (41.8%);
  •  Del total de jefas de hogar, más de la mitad corresponde al estrato de trabajadoras marginales.

No menos discriminatorias y gravísimas por sus consecuencias sociales e individuales son las condiciones de ejercicio de la sexualidad y las limitaciones de los derechos reproductivos, que no garantizan el acceso a una anticoncepción segura y eficaz. En 1986 se derogó la legislación que prohibía la prestación de servicios de anticoncepción.
Sin embargo, los intentos legislativos contemplando políticas de planificación familiar en los últimos años no tuvieron mayor trascendencia y la anticoncepción continúa siendo inaccesible -cultural y económicamente- a la mayoría de las mujeres, y en particular, a las de menores recursos.
La ausencia de una política estatal en esta área está estrechamente relacionada con el alto número de abortos registrados en el país. Distintas estimaciones coinciden en que se producen más de 350.000 por año, la mayoría de las veces en condiciones de alto riesgo, ya que en la legislación argentina la interrupción de un embarazo es considerada un delito penal.
El indice de mortalidad en los abortos es aproximadamente del 1 por mil, constituyéndose en la principal causa de muerte materna, y afectando desproporcionadamente a las mujeres de sectores más bajos, ya que son quienes tienen mayores dificultades para acceder a las técnicas anticonceptivas. La mayor vulneración de sus derechos se produce en los impedimentos par el ejercicio de su sexualidad y las limitaciones en los derechos reproductivos.
Mientras en nuestro país no haya programas de salud reproductiva, que brinden información y asistencia gratuita y segura, mientras haya olvidos o existan Violencia, violaciones o Incesto, habrá embarazos no deseados.
La violencia y la discriminación contra la mujer se expresa en diversos aspectos, sólo por el hecho de ser mujeres.
Se ejerce en el ámbito doméstico, provocada por patrones de una cultura patriarcas que se manifiesta en todo tipo de opresión: desde ser violentadas sexualmente, hasta la conculcación de sus derechos, tales como: transgresión de los deseos, motivaciones y libertad; omisión, ofensa, discriminación, descalificación, uso no permitido de su cuerpo e intromisión en su sexualidad. si bien no hay estadísticas fehacientes, se supone que una mujer de cada cinco, sufre algún tipo de violencia doméstica.
La crisis ha tenido un efecto diferencial sobre las mujeres, sometidas a mecanismos discriminatorios en razón de su clase, etnia, género o edad, que se manifiesta en:
El proceso de toma de decisiones, que incide directamente sobre ella y sus familiares.
La persistencia de importantes diferencias entre la condición jurídica, política, económica y social entre la mujer y el hombre.
La participación limitada en el campo laboral, la discriminación Salarial y la segregación ocupacional, que caracteriza la incorporación y permanencia en el mercado de trabajo.
La dificultad para el acceso a empleos bien remunerados y en condiciones de estabilidad.
La reducción en el acceso a servicios esenciales, que fueron traspasados en su mayoría a las unidades domésticas.
La cada vez mayor Migración de mujeres del campo a la ciudad, en busca de mayor salario y de mejores condiciones de salud y educación
La pérdida del acceso a la salud, especialmente a la reproductiva, a la educación y ala cultura, que aseguran las bases esenciales de una buena calidad de vida.
El sometimiento a campañas publicitarias especialmente dirigidas a las mujeres, que conducen a asumir patrones de consumo inadecuados, contaminantes y en muchas oportunidades, fuera de las posibilidades económicas de las mismas.

martes, 9 de noviembre de 2010

Un ejemplo...

Ser mujer en Bucaramanga paga menos

Aunque inmersas en el mundo laboral, las mujeres siguen estando en una posición baja en la escala de ocupaciones.

Las desventajas de ser mujer en la ciudad, fueron evidenciadas por la Organización No Gubernamental, Fundación Mujer y Futuro, en el estudio "Brechas de Género". en el que se manifestó que si bien en temas de igualdad la sociedad bumanguesa ha evolucionado, la mujer sigue teniendo menos oportunidades que los hombres en casi todos los roles que ocupa, especialmente en el campo laboral.
La discriminación laboral es entendida como la desigualdad entre hombres y mujeres en sus puestos de trabajo y las condiciones que estos les ofrecen.

Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane, de 305 mil 703 mujeres que trabajan en Bucaramanga y su area Metropolitana, tan sólo el 3.94% (12.044) recibe salarios altos (más de cuatro salarios mínimos), mientras que son 29.487 hombres los que ganan esta suma: más del doble de mujeres en este rango. Al contrario, en los ingresos más bajos se encuentra mayoritariamente la población femenina con un 70%. "Entre más alto sea el rango de ingreso, menor es el porcentaje de mujeres que aparecen allí", cita el estudio.

La desigualdad salarial es tan sólo uno de los casos que demuestra que en Bucaramanga hay discriminación laboral, realidad que se refleja en lo que sociólogos de la investigación catalogaron como "condiciones de inequidad", la cuales están plasmadas principalmente en tres categorías: la desigualdad de ingresos, segmentación laboral negativa a través de estereotipos de trabajos tradicionalmente ocupados por la mujer, como los servicios sociales, enseñanza, servidumbre; y una menor participación en puestos de decisión y mando, concentrando a la mujer en niveles de menor jerarquía y raramente en cargos de alto rango (presidencia, alta gerencia, patrón)".